Archivo de 25 de May de 2010

25
May
10

Dolores de cabeza en redes GSM

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Quejas. Reclamos. Incluso insultos. Toda esa artillería han descargado no pocos usuarios de telefonía celular a través de una de las vías de desahogo modernas, Twitter, contra las operadoras por recurrentes fallas e interrupciones en el servicio.

El inconveniente más común que saca de quicio a los abonados es la dificultad para disfrutar de los servicios de datos a través de la línea móvil; es decir: correo electrónico, conexión a Internet y en gran parte de los casos, uno de los usos más extendidos en el territorio nacional: la mensajería instantánea de Blackberry.

«Uno no sabe ante quién quejarse; si llamas al 121 juegan la pelota contigo, es horrible. En la Universidad Santa María no funciona (la red) EDGE; en Bloque DeArmas la señal viene y se va a cada rato. En Boleíta también falla la señal», dice Albemayra Wicttorff, una de las abonadas de Digitel.

«Uno de los problemas que he tenido con Movistar es con el servicio de datos: falla frecuentemente, sobre todo cuando estoy en Montalbán. Las veces que he llamado (la atención al cliente) me han dicho que es problema con la celda del área». añade Franco Gaipa, usuario de la filial móvil de Telefónica en Venezuela.

Según los reclamos que se hacen públicos en Twitter, la mayoría de los disparos se los llevan las operadoras GSM del país. Sin embargo las quejas por irregularidades en el servicio de telefonía son tan antiguas como la misma existencia de ese medio de comunicación.

Cuando sólo existía telefonía fija, con la Compañía Anónima Nacional Teléfonos de Venezuela, Cantv, las quejas abundaban en el menú diario de esa empresa, entonces bajo control gubernamental; fue privatizada y los reclamos siguieron siendo parte de su funcionamiento. Volvió a ser estatizada y la situación no ha llegado a ser diferente. De hecho es difícil concebir servicio público perfecto que no cause el más mínimo molestar en algunos de sus usuarios. Pero, la telefonía celular en el territorio nacional, que presume de una penetración muy cercana a 100% de la población; (es decir que hay casi un celular por habitante), se lleva los tiros más pesados.

Gran parte de esas quejas vienen de usuarios de Blackberry, quienes denuncian inconvenientes para enviar y recibir mensajes a través de la mensajería instantánea de este dispositivo. Pero las fallas ocurren con otros equipos, como los de Nokia. Hay quienes son propietarios de estos teléfonos finlandeses y denuncian que en ocasiones pueden hacer y recibir tanto llamadas como mensajes cortos de texto (SMS) sin inconvenientes, pero les es imposible acceder a sus cuentas de correo, redes sociales y demás servicios web a través del móvil.

La creciente cantidad de usuarios aunado a mayor demanda de servicios y tráfico de data tiende a colapsar las redes de las empresas telefónicas, las cuales aseguran que invierten millones de dólares en ampliación de sus infraestructuras

El Universal intentó obtener la versión de las operadoras sobre las supuestas fallas con su servicio, pero al cierre de esta nota no se recibió respuesta.

Daniel Ricardo Hernández
EL UNIVERSAL

25
May
10

Vídeo de la BlackBerry Bold 9800 mostrando el sistema operativo BlackBerry 6

Todo apunta que la BlackBerry Bold 9800 saldrá al mercado mucho antes de lo que nos imaginamos, las fotos y los vídeos se suceden uno detrás de otro. Aquí os dejo el último vídeo en el que podemos ver a la BlackBerry Bold 9800 corriendo el sistema operativo BlackBerry 6.

Quizá sea uno de los mejores vídeos que he visto sobre este nuevo dispositivo, aunque como dispositivo pueda parecernos un poco basto, lo cierto que la mezcla de pantalla táctil y teclado físico es algo que nos llama realmente la atención. Lo cierto es que más que el dispositivo lo que particularmente me llama la atención es el sistema operativo, así que ya estoy deseando poder sumergirme en sus funciones, calendario, mensajes, navegador ¡por fin! y todo lo que puede darnos de si.


25
May
10

Hiperconectados: la adicción de vivir pegado al celular

Hiperconectados: la adicción de vivir pegado al celular

Laura Reina
LA NACION

Ni el cine logró que Andrea apagara su BlackBerry. Estaba tan entretenida intercambiando mensajes vía Twitter que casi ni prestó atención a la película. Después de la función, su novio decidió que era el momento de plantear el ultimátum: o él o el BlackBerry.

Andrea es uno de los miles de hiperconectados que hay en el país. Son los que pasan todo el día pendientes de su celular y no lo apagan ni siquiera cuando duermen (la excusa es que también lo usan como despertador); son hijos de las redes sociales y de la tecnología, que utilizan no sólo para trabajar, sino, y sobre todo, para socializar.

Según Enrique Carrier, titular de la consultora Carrier y Asociados, en la Argentina hay unas 35 millones de líneas de celular activas, de las cuales un millón están asociadas a los llamados smartphones, aparatos de última generación que tienen la característica de ser computadoras personales ultraportátiles.

También hay otros tantos aparatos que, sin ser teléfonos inteligentes, permiten la navegación virtual y enviar y recibir e-mails. «Esto no significa que todos tengan el abono que permite la navegación ilimitada. Algunos se conectan sólo a través de Wi-Fi, pero siempre tienen algún tipo de conexión», contó Carrier a LA NACION.

En 2007, año en el que llegó al país la tecnología 3G, que permite mayor ancho de banda, se vendieron unos 35.000 equipos inteligentes. En 2009 fueron 800.000. Y ahora ya son más de un millón, lo que habla a las claras de una necesidad creciente de estar cada vez más conectados, en todo momento, en todo lugar.

La explosión de las redes sociales como Facebook y Twitter y la promoción de las empresas de telefonía celular contribuyeron a crear esta necesidad: «Cada vez más, la publicidad se orienta a los equipos sofisticados, con planes más ajustados a la realidad local. Así, la PC pierde exclusividad como dispositivo de acceso y mantendrá su rol como creadora de contenidos. Y los celulares se hacen cada vez más fuertes como herramienta de comunicación inmediata», expresó Carrier.

Aunque el celular es uno de los dispositivos móviles preferidos, está lejos de ser el único. Según una investigación de la empresa de telecomunicaciones Nortel, el 52 por ciento de los latinoamericanos usa cuatro dispositivos móviles (celular, reproductores de música, computadoras de bolsillo y MP4) y otro 12% cuenta con hasta siete dispositivos.

Necesidades distintas

Pero no todos los sectores tienen la misma relación con la tecnología que permite conectividad permanente. Ximena Díaz Alarcón, directora y socia de Trendsity, consultora especializada en análisis de mercado y tendencias, diferencia entre adolescentes, las personas en edad productiva y los adultos mayores.

«La necesidad de conectividad en los jóvenes y adolescentes tiene que ver con la socialización. No estar conectado es quedarte fuera de salidas y otras cosas. Los adultos en edad productiva son los que tienen una relación más conflictiva porque tienen el imperativo de estar conectados para producir. Para muchos, estar disponible las 24 horas puede ser angustiante. Y, en el adulto mayor, la conectividad es una manera de mantener vínculos afectivos con, por ejemplo, sus nietos. No tiene que ver con producir, sino con acercarse generacionalmente a los más jóvenes», comentó Díaz Alarcón.

Natalia Piro, periodista, de 24 años, se considera una chica hiperconectada. No bien se levanta, enciende su BlackBerry y se toma 40 minutos para chequear mensajes y tener un claro panorama antes de salir de su casa. Desde que compró el teléfono inteligente, hace tres meses, va con su aparato a todos lados.

«Me lo compré porque paso mucho tiempo fuera de casa y así estoy conectada. Con el BlackBerry configurás el acceso directo al Hotmail, que en el trabajo lo tengo bloqueado por cuestiones de seguridad informática. Veo Facebook y chequeo Twitter, que lo uso para trabajar. Así no me pierdo de nada, me entero de cosas mucho antes de que salgan en los medios», comenta y reconoce que, aunque en algunas circunstancias trata de no estar pendiente del teléfono, muchas veces no lo cumple.

«Cuando voy al cine, trato de no revisarlo, pero a veces no puedo. Lo mismo en la facultad. Tengo una clase de tres horas y no aguanto. Salgo para chequear qué está pasando», explica Natalia, que, a pesar del entusiasmo que le genera su nuevo aparato, por ahora, no se reconoce adicta a él. «Pero sí conozco gente que ya habla de abstinencia de conexión», aseguró.

María Sofía «padece» a su jefe hiperconectado. «No logro que me mire a la cara más de cinco segundos. Se lo pasa mirando el celular, enviando mensajes de texto o twitteando mientras le hablo. Y lo peor de todo es que, cuando logro que levante la cabeza, inmediatamente le vibra el celular y contesta la llamada. Al principio, me pedía disculpas por atenderlo; ahora se da media vuelta y se va», relató la secretaria ejecutiva, que no quiso dar a conocer su apellido por miedo a que su jefe lea esta nota -probablemente en Internet- y la despida.

Es que aunque la conectividad trae aparejadas cosas maravillosas, como acercar gente a miles de kilómetros de distancia y permitir intercambios con gran cantidad de personas en tiempo real, muchos establecen un vínculo enfermizo con la tecnología.

La obsesión causa daños

El psicoanalista Enrique Novelli, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), sostiene que la tecnología no sólo es útil, sino necesaria, pero advierte: «Es dañina si se convierte en una obsesión. Por ella se empobrecen los intercambios comunicacionales cara a cara. Cuando esto sucede, se crea una modalidad de comunicación que se torna paradójica en tanto que crea la ilusión de estar hipercomunicado cuando en realidad se está aislado».

Según Novelli, hay adicción cuando no se puede prescindir del celular. y su uso es compulsivo. «Si el celular falta, el individuo se angustia. La angustia es indicio de la presencia de un determinado peligro: si no tengo celular, me quedo aislado del mundo. Esto provoca un estado de desamparo. Pero basta que alguien me mande un mensaje para sentirme contenido. El contacto, aunque sea virtual, me alivia.»

Sin embargo, a pesar de estar viviendo en la era de la hiperconectividad, Díaz Alarcón comentó que, en los análisis de mercado que realizan en la consultora, es poca la gente que se reconoce adicta al celular. «No lo ven como un vínculo enfermizo», dijo.

La contracara de esta dependencia tecnológica la representa hoy el «estatus» que persiguen algunas personas cuando logran prescindir de ella. «Ahora el lujo pasa por desengancharte, por poder disponer de tu propio tiempo. Así, hay hoteles y bares sin Wi-Fi justamente para no estar ubicable», comentó Díaz Alarcón.

Y Novelli reflexionó: «Si el celular es un instrumento al servicio de la persona, es útil. Si la persona es un instrumento al servicio del celular, es un problema. La clave está en encontrar el equilibrio».

Algo que Andrea decidió aplicar para que su novio no la dejara. Cuando está con él apaga su BlackBerry, pero reconoce que muchas veces se levanta con la excusa de ir al baño y enciende el aparato a escondidas.

Fuente: La Nacion




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